¡que sí vale la pena vivirla!
Gracias, mamá, por darme raíces tan fuertes y alas tan ligeras para realizar la misión que me ha tocado vivir. Gracias, mamá, por enseñarme con tu ejemplo a ser fuerte cuando el viento me está siendo contrario, y saber elevar mis ojos al cielo con humildad para pedir ayuda. Dios es el único que puede darme fortaleza, paz y paciencia para aceptar mi realidad el día de hoy. Gracias, mamá por no compararme con nadie y aceptarme tal como soy, sin pretender cambiarme. Gracias mamá, por enseñarme a amar a Dios sobre todas las cosas y con ello me has dado el mejor regalo. Por esto y mucho mas ...
¡Gracias, mamá!
Patricia Capetillo Traeger.
Fuente: El tesoro de un regalo excepcional, de Roger Patrón Luján, editorial EDAMEX.
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